sábado, 13 de agosto de 2011

Bocairent - pou clar d'Ontinyent

   No quiero dejar que pase más tiempo sin dejar constancia de mis andares por estas tierras valencianas, que hace ya más de una semana que anduve por fuera de mi provincia, y sintiéndola también mía, pues comunidadautónomamente lo es, viví sensaciones nuevas para mí yendo de ruta y, sin ser éstas muy agradables, no dejan de tener su valor, enriqueciendo mis experiencias y conociendo nuevos territorios que eso es lo que quiero yo realizar en mis solitarias salidas tempraneras.
   La tristeza. Sí, la tristeza, es esa sensación que estoy narrando. Pero no es tristeza como la que sientes cuando ves algo de basura por tal o cual camino, o como la de ver esta o aquella pintada en una roca en la que reza que un tonto quiere a una tonta... es tristeza de la que no te acuerdas tanto de la persona que ha hecho la mala acción, si no que ves la mala acción, paras, te sientas, miras, agachas la cabeza, la levantas de nuevo para ver si desaparece... pero no... ahí está, ¡qué bonito es éste sitio!, pero... ¿cómo fue? ¿cuánto de preciosas serían sus verdes sombras, sus rojoazulados amaneceres como el que visto apenas llegar?¿cómo?¿cómo serían antes de que esas traidoras manos que le han robado debiéndole, el verdor, esplendor y espesor de la tierra que piso, haciendo arder todo cobardemente?.

   No sé si mi pequeño dominio  uso del castellano puede hacer sentir empatía, es lo que intento.

   ¡Vamos allá! Bocairent, sí, ya lo creo. Ché, quin poble mes bonico. A los pies de la Sierra de Mariola, con un casco antiguo medieval declarado conjunto histórico-artístico, con una ermita por atalaya, con... bah! para qué seguir. Dicen que en Bocairent, y cito:  "en Bocairent els burros s'asomen per les finestres" ya que tiene tal desnivel, que lo que por un ala de la casa es la primera planta, y por lo tanto, fue cuadra, por el ala opuesta, pueden haber dos o tres pisos más abajo, y no resultaba muy extraño ver a las bestias asomándose por la ventana del tercer piso, que es a su vez el primero.



   En este caso he dejado el coche (que últimamente le estoy muy agradecido por ayudarme a llegar a sitios así) en medio del pueblo, torpemente, debo decir, ya que no he tenido en cuenta la orientación  y cuando lo he recogido estaba absorbiendo sol de manera avergonzadoramente avariciosa. 
   La ruta comienza tomando camino hacia las afueras del pueblo, en dirección a la ermita del Santo Cristo, que nada más salir del pueblo ya te ofrece unas vistas magnetizadoras que te ayudan a coronar la loma en la que está ubicada, pasando por caminos y puentes de piedra de no sé qué siglo, que te hacen sentir retroceder en el tiempo con vistas viejas, muy viejas e intactas.




   Como se puede observar en las fotografías, ya se puede ver la vegetación quemada. Una pena. 
   Debo decir que mi idea principal de esta ruta fue salir de Bocairent hasta el Pou Clar, volver a Bocairent por otro sitio y pasear por el pueblo para poder visitar, entre otras cosas, "les covetes dels moros". Debido al calor, al cansancio, a la hora y, sobre todo, a que quise dejar algo allí para obligarme a volver, desistí, conformándome con lo vivido en la larga mañana y dejando muchas ganas de retornar en breve.

   En contraste con el paisaje, encontré una cueva curiosa, que cómo un pequeño oasis, me ofreció verdor y humedad por un rato. En ella puede leerse algo sobre una monja nacida en este pueblo que venía aquí a orar y fue canonizada o algo así.



   Continuando por el maltrecho paisaje, si levantas la cabeza, puedes ver la amplitud de las vistas y barrancos que merecen bien la pena de parar unos segundos y mirarlos tranquilamente.


   La estampa de la fotografía de abajo me cautivó, es como si me hubiesen hablado estos supervivientes: "ve y dile a esos bribones que estamos aquí los tres, que hemos aguantado dos de sus embestidas, que nos quedaremos aquí, por los siglos venideros, que hemos llorado la pérdida de nuestros semejantes, pero hemos salvado a algunos de nuestros pequeños como el que tenemos aquí al lado, que desistan, porque veremos morir a su estirpe con la carga de la culpa en sus dobladas espaldas. Ve".
   Y así marché, triste por el negror de sus troncos, pero contento porque a dos tercios de su altura se observaba claramente el verde en las hojas de sus altas copas.

   Ya mismo falta poco para acercarnos a un cambio en el paisaje, que no durará mucho, porque volveremos a Bocairent por el barranco "dels Tarongers" que ha sido compañero de penurias abrasadoras. Conforme nos acercamos al Pou Clar ya vamos alegrando un poco los ánimos y con deseos de disfrutar del agua fresca y la vegetación.





   La verdad es que resulta muy extraño el contraste del paisaje y da unas ganas locas de recorrer el pou clar de punta a punta, con sus saltos de agua, la forma de sus rocas erosionadas por el paso del agua, su vegetación, con árboles con gran cantidad de raíces en el exterior...


...escaleras y muros de piedra, agua filtrándose por las paredes, fuentes, acequias con el agua canalizada para llevarla a no sé dónde...

   



   ...pozas hondas que te invitan a lanzarte, agua clara, clara, muy clara...




   ...nacimientos de agua de entre la roca... imágenes muy bonitas, de las que podemos disfrutar casi con exclusividad, ya que conforme va avanzando la mañana aparecen familias completas que hacen tener una idea de cómo se va a llenar esto de gente. Especialmente había un grupo nutrido de simpáticos jubilados que estaban situados en una gran mesa que hay para la ocasión, en la que corrían pan, olivas, embutidos varios y cerveza como si se les fuera la vida en ello, animando el lugar con ambiente de jolgorio. 






   Me siento obligado a contaros que el día, hasta esta hora no fue muy caluroso, es más, fue agradable, porque era temprano, y de vez en cuando aparecía alguna nube amiga que echaba una mano. Serían las nueve y media de la mañana más o menos y no había hecho muchos kilómetros para estar hambriento, así que viendo todo lo que vi, y no sin un poco de miedo por la temperatura del agüita, no tuve opción.


   Fría, estaba fría, pero revigorizante, dulce, transparente, llena de peces y rodeada de bellas imágenes, por lo que aunque, como he dicho antes, no hacía mucho calor, me sentí obligadísimo y sabía de sobra que me estaría arrepintiendo hasta morir de no haberlo hecho. 
   En una de las varias zambullidas, cuando salí del agua, pensé en voz alta: "esto es increíble", por lo que llamé la atención de un chico de Onteniente, Javi, con el que mantuve una agradable conversación y me narró sus vivencias del incendio ("se quemaron las dos partes que ves delante a la vez, cosa imposible si es un accidente, porque están muy separadas, fue horrible, esto parecía Pearl Harbour con tanto fuego, helicópteros y aviones"), entre otras cosas.

   Bocadillo de blanco, y a seguir.

Dejamos atrás el precioso Pou Clar... ¿Que hacía toda esa agua allí enmedio? ¿a que me vuelvo y me quedo allí?... no, no, venga a ver qué nos depara lo que queda de ruta, anda.



   Atravesando por el "barranc dels tarongers", a parte de volver a ser testigos del desastre, podemos disfrutar de las vistas que nos ofrece, ir acompañados un tramo por el río Clariano y pasar por caseríos en ruinas que dan muestra de la importancia del lugar en otros tiempos. 








   En el horizonte, pasando por el barranco, podemos divisar la ya conocida ermita del Santo Cristo, por la que pasamos hace unas horas.

    En este lugar tuve la suerte de que un águila me ofreciera su característica silueta para que yo pudiera fotografiarla... si hubiera tenido un pequeño ratoncito en el bolsillo, se lo hubiese dado en muestra de agradecimiento.

   Ya llegando al pueblo, tenemos vistas del mismo desde otra perspectiva que la del comienzo de la ruta en el ascenso a la ermita. Tampoco tienen desperdicio.



   Solamente nos queda atravesar el "pont de darrere" y cruzar las calles estrechas, empedradas y antiguas, pasando por alguna cueva, hasta llegar al punto de inicio... ¡Hasta pronto Bocairent!