miércoles, 19 de octubre de 2011

Montcabrer, por las cavas de Agres.

    ¡Hola!
    Este laaargo y caluroso verano de 2011 me ha dado mucha pereza para continuar con la ampliación de entradas en el blog, pero no para salir a disfrutar de rutas con baño, subir a las montañas de Alicante y empezar a tocar los geodésicos murcianos.
    Os voy a detallar en esta entrada cómo me fue por la Sierra de Mariola:
Es la primera vez que vengo a esta sierra, tan recomendada por ahí, y lo he hecho, creo yo, a lo grande, porque además de pasear un poco por Agres (otro de los pueblecitos con encanto del interior de nuestra provincia), me interné en la sierra pasando por las cavas de Miguel, del Buitre y la Grande y además ascendí a la cima del Montcabrer (1390 m.).
    El recorrido comienza en el pueblo de Agres que, junto con el amanecer, me brinda unos "buenos días Sergio" que comienzan a hacer que abra los ojos de una forma muy agradable, aunque la cuesta para dejar el pueblo atrás sea muy pronunciada.

    Cuando ya estamos dentro de la Sierra de Mariola encontramos un área recreativa bastante bonita y amplia, con un refugio de madera precioso y acogedor, acorde con el paisaje (el Refugio Zamorano).


   Ya hace años vi por primera vez un nevero, pozo de nieve o cava en Sierra Espuña y me llamó la atención este tipo de construcciones, tanto como por  lo costoso de su construcción, en tan inaccesibles lugares, como por su novedosa y curiosa finalidad (almacenar la nieve para formar hielo, separando capas con paja para, pasada la época de frío, poder disponer de hielo para poder mantener en buenas condiciones medicinas, alimentos... para elaborar helados... ).
    En mi paso por el Paraje Natural de la Font Roja, ya más recientemente, visité otro nevero (de los varios que hay), estando éste en mejores condiciones (aunque sin techo y al menos un tercio del mismo soterrada la parte exterior) y siendo más grande. En el centro de información de la Font Roja pude ver unas maquetas en miniatura que muestran claramente cómo se trabajaba tan duramente para obtener hielo en aquélla época. En esta maqueta se pueden observar el tamaño del nevero, sus entradas para almacenamiento, la forma de extracción del hielo, las capas que formaban, su estructura, etc.

   Bueno, aquí, en la Sierra de Mariola, por la parte del municipio de Agres, hay una ruta que, además de llevarte al Montcabrer, pasa por tres neveros: el de Miguel, el del Buitre y la Cava Gran, los cuales os voy a mostrar y describir brevemente, cada uno con su peculiaridad diferente:
    El primero que vemos es el más llamativo, a mi parecer, debido al volumen del mismo y a que conforme vas ascendiendo suavemente rodeando una loma va apareciendo una construcción parecida a una especie de pequeña y antigua fortaleza.
 
    Conforme nos acercamos vamos viendo que es un nevero inusual, es muy grande, no creí que fuera una cava hasta que vi el cartel indicativo y entré dentro. El grosor de su muro es exagerado. Todo el nevero es muy accesible, la entrada principal creo recordar que da acceso a la parte media o al fondo del pozo de nieve y, si lo rodeas accedes a los distintos niveles del mismo. Sólo le falta el techo, aunque yo agradecido, porque desde dentro se puede observar el cielo abierto y estando ya a cierta altitud se aprecia el movimiento de las nubes considerablemente.









    De cava a cava y tiro porque me toca. Algo empanado y completamente distraído erré en la elección de la senda, con la consecuente desorientación y búsqueda del buen camino. La buena senda ya nos acerca de forma más lineal al Montcabrer y muere en una pista forestal, donde muy pronto nos desviamos para encontrarnos enmedio de árboles y arbustos con la cava del Buitre. Este nevero sin ser todo lo espectacular del anterior, tiene una singularidad que lo hace especial, al menos para mí: todavía conserva su techo. Este pozo está enterrado casi al completo, dejando al exterior solamente el techo y una entrada desde la que puedes asomarte a su oscuro interior.



    Enseguida retomé la pista de la que me desvié y tomé dirección a la Cava Gran (o Cava Arquejada). Para esta parece que han escogido una localización especial. Se encuentra a más de 1200 metros de altura, conserva la estructura de su bóveda en buen estado, tiene doce metros de profundidad, la hiedra la cubre en gran parte y con el Montcabrer de telón de fondo. Un buen paisaje, claro que sí. Por cierto, a día de hoy se encuentra en proceso de restauración.



    Normalmente almuerzo en las cimas de las rutas que realizo, con la panorámica que brindan las cumbres, pero en esta ruta y hoy, aunque he estirado algo el tiempo y el hambre y la vista que tengo de donde he de subir son hechos que me aprietan lo suficiente como para poner el culo en cualquier piedra y sacar mi trozo de pan que, aunque fuese relleno de recortes de hostias y sin aceite, hubiese dado cuenta de él sin remilgos de ningún tipo, os lo aseguro. Lo malo de esto es el ascenso con la pancha llena, pero no es mal de morir, hay que llegar.



    Llegando al final del ascenso oía un sonido que me recordó a cuando era un mocoso y los domingos mi mamá me mandaba a hacer el recado de ir al Bar Aragó a comprar una botella de cerveza y una de fanta naranja de litro (de esas que se les veía el poso por el culo de la botella, retornable por supuesto), con el consecuente tintineo del vidrio al chocar entre sí las botellas en la bolsa. Efectivamente. Un grupo de unas diez personas o más, estaban allí arriba, dándose un festín con sus litronas y almuerzo, hasta incluso uno de ellos hacía café con un hornillo y una cafetera de esas típicas metálicas de rosca. Qué envidia, por Dios. Todavía más sorprendido quedé cuando fui a tocar el vértice geodésico: atado a una argolla en su base, posaba un husky siberiano, que me observaba con pasividad, mientras que yo a él con respeto (parece que me siguen a todas partes estos condenados perros, para lo incómodo que me siento ante ellos).






    Poco más que narrar sino que se divisa El Paraje Natural de la Font Roja con su Menejador y santuario incluidos y que en el descenso pasamos de nuevo por la cava gran, por el refugio de montaña.
    Ya casi llegando al pueblo, bonito desde aquí, nos encontramos con el convento y Santuario de Nuestra  Señora del Castillo, que opté por no visitar, ya que había tropecientos vehículos apiñados e invitados emperifollados hasta las cejas que acudían a una boda, supongo, que se iba a celebrar allí mismo. Siempre es bueno dejar algo para una futura visita, aunque a veces me sea imposible resistirme a la curiosidad.




    Joder! menudo contraste, hace un rato disponía la imagen del suculento bocata de blanco, rodeado de aficionados montañeros, neveros, carrascas, rocas, cumbre... y ahora me encuentro a gente de esta guisa: troncos yuppies engominados con zapatitos de "chúpame la punta" y mesas camillas con inservibles sombreros translúcidos emplumados...
   Aunque a mí también me toque disfrazarme eventualmente como ellos, hoy, yo, me siento muy feliz y enormemente dichoso de poder estar a este lado.







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