martes, 7 de junio de 2011

Cabeçó d'or

  Esta es una ruta muy recomendada por los alicantinos, entre los cuales, a partir de ahora, me incluyo yo. Ya han sido 2 veces las que he ascendido. Una yo solito, con una bajada vertiginosa sin seguir la senda, deslizándome por el chinarro y disfrutando como un crío, y otra más especial, acompañado, y desde que llegamos a los 800 y pico metros de altitud fuimos, literalmente, dentro de una nube.
Al tajo: empezamos en un pequeño aparcamiento que hay unos 50 metros antes de la valla roja que corta el paso a "les coves del canelobre" (cuando vas fuera de horario, claro) y continuamos por el camino. 
Alzamos la cabeza para establecer contacto visual con la cima de 1207 metros pensando en la ilusión que me hace ascender a mi primer pico de más de mil metros... ¡voy para allá!

Por dicho camino podemos ir disfrutando de las vistas que nos genera la montaña, a un lado del camino, la amplitud del paisaje del otro lado, el olor característico, la paz de los sonidos y alguna que otra flor que nos acompaña por las orillas.

                                                       

...con un buen tamo de camino hecho y con la desagradable experiencia de que nos adelantara un coche (porque hay que ver lo que jode ver uno por esos lugares), empezamos a divisar la "cresta de les coves". Una impresionante cresta que me recuerda a la de un gran dinosaurio y que se alza enfrente nuestra y te hace acelerar el paso, ya que la visión que obtenemos de la cresta desde ese punto está un poco ladeada y, lo mas chocante es verla de frente, como si una aleta de tiburón viene hacia ti.



Bien, bien, bien... ahora abandonamos el camino ancho de zahorra, para adentrarnos en la senda que nos va a hacer subir metros y metros de verdad, pero de una manera menos extenuante de lo que yo pensaba. El suave zigzagueo del camino nos llevará hasta bien arriba sin hacernos polvo si nos relajamos y escogemos bien, desechando atajos, que para los que no están acostumbrados, pueden cargar mucho las piernas, y en esta senda abundan.
 
Me encantan éstos caminos. Te llevan, te orientan, te muestran, te envuelven, reflejando en su superficie toda la gente que, como tú, han ido pasando y pisando, dejando constancia del agradable y abundante transito de personas que han subido y subido a lo largo del tiempo... ahora formamos parte de ellos orgullosamente.

Éste lugar es agradecido. Tanto, que hasta cuando paras para beber agua y alzas la cabeza, te regala una visión cálida y acogedora, una visión que te hace agradecerte a ti mismo el hecho de haberte traído hasta aquí, para poder disfrutar tan gratuitamente de sitios donde encontrarte a gusto, comulgando con la naturaleza.
Muy bien, sigue, sube, ya falta poco, mira, mira..
 
Una vez arriba, en la cumbre, a muy poco más de mil doscientos bonitos metros, puedes observar, entre otros muchos picos de alrededor, la costa de Alicante, si la bruma, las nubes y tu aliento te lo permite.
He leído por ahí que en un día despejado puede verse Ibiza desde aquí.

Qué bien me ha venido la nube, que está entrando por nuestras fosas nasales, llenando los pulmones de un refrescante y húmedo vapor de agua, trayéndonos una temperatura ideal y obligándonos a volver y volver hasta conseguir fotografiar no sé qué excusa para rondar de nuevo por aquí otra vez.

Sí, sí, sí. Ésta eres tú, has subido hasta aquí, y yo dejo constancia. Aunque no se vea nada, a las pruebas me remito.

...¿dentro del buzón?

Estupendo, ahora vamos a dejar de lado las nimiedades y, sin perder ni un ápice más de tiempo, creo que lo conveniente aquí es cambiar de sitio el peso de la mochila, ¡que ya está bien!... ¿que a qué he venido aquí?, evidentemente a comerme un gran bocadillo y unas olivicas rellenas de anchoas que, siendo algo tan vulgar  normal, a mí me vienen que ni pintado y ríete tú del que se esté comiendo un solomillo al foie allí abajo.

Por cierto, lo del solomillo, cuando baje... es una opción.







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